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    límites educativos

    ManuelAndresViscarra
    ManuelAndresViscarra


    Mensajes : 14
    Fecha de inscripción : 10/05/2011

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    Mensaje  ManuelAndresViscarra Vie Sep 23, 2011 2:32 pm

    10 consejos básicos para aplicar límites educativos
    Cuando necesitamos decir a nuestros hijos que deben hacer algo y "ahora" (recoger los juguetes, irse a la cama, etc.), debemos tener en cuenta algunos consejos básicos:

    1. Objetividad. Es frecuente escuchar en nosotros mismos y en otros padres expresiones como "Pórtate bien", "sé bueno", o "no hagas eso". Estas expresiones significan diferentes cosas para diferentes personas. Nuestros hijos nos entenderán mejor si marcamos nuestras normas de una forma más concreta. Un límite bien especificado con frases cortas y órdenes precisas suele ser claro para un niño. "Habla bajito en una biblioteca"; "da de comer al perro ahora"; "agarra mi mano para cruzar la calle" son algunos ejemplos de formas que pueden aumentar sustancialmente la relación de complicidad con tu hijo.

    2. Opciones. En muchos casos, podemos dar a nuestros hijos una oportunidad limitada para decidir como cumplir sus "órdenes". La libertad de oportunidad hace que un niño sienta una sensación de poder y control, reduciendo las resistencias. Por ejemplo: "Es la hora del baño. ¿Te quieres duchar o prefieres bañarte?". "Es la hora de vestirse. ¿Quieres elegir un traje o lo hago yo? Esta es una forma más fácil y rápida de dar dos opciones a un niño para que haga exactamente lo que queremos.

    3. Firmeza. En cuestiones realmente importantes, cuando existe una resistencia a la obediencia, nosotros necesitamos aplicar el límite con firmeza. Por ejemplo: "Vete a tu habitación ahora" o "¡Para!, los juguetes no son para tirar" son una muestra de ello. Los límites firmes se aplican mejor con un tono de voz seguro, sin gritos, y un gesto serio en el rostro. Los límites más suaves suponen que el niño tiene una opción de obedecer o no. Ejemplos de ligeros límites: "¿Por qué no te llevas los juguetes fuera de aquí?"; "Debes hacer las tareas de la escuela ahora"; " Vente a casa ahora, ¿vale?" o "Yo realmente deseo que te limpies". Esos límites son apropiados para cuando se desea que el niño tome un cierto camino. De cualquier modo, para esas pocas obligaciones "debe estar hecho", serás mejor cómplice de tu hijo si aplicas un firme mandato. La firmeza está entre lo ligero y lo autoritario.

    4. Acentúa lo positivo. Los niños son más receptivos al "hacer" lo que se les ordena cuando reciben refuerzos positivos. Algunas represiones directas como el "no" o "para" dicen a un niño que es inaceptable su actuación, pero no explica qué comportamiento es el apropiado. En general, es mejor decir a un niño lo que debe hacer ("Habla bajo") antes de lo que no debe hacer ("No grites"). Los padres autoritarios tienden a dar más órdenes y a decir "no", mientras los demás suelen cambiar las órdenes por las frases claras que comienzan con el verbo "hacer".

    5. Guarda distancias. Cuando decimos "quiero que te vayas a la cama ahora mismo", estamos creando una lucha de poder personal con nuestros hijos. Una buena estrategia es hacer constar la regla de una forma impersonal. Por ejemplo: "Son las 8, hora de acostarse" y le enseñas el reloj. En este caso, algunos conflictos y sentimientos estarán entre el niño y el reloj.

    6. Explica el porqué. Cuando un niño entiende el motivo de una regla como una forma de prevenir situaciones peligrosas para sí mismo y para otros, se sentirá más animado a obedecerla. De este modo, lo mejor cuando se aplica un límite, es explicar al niño porqué tiene que obedecer. Entendiendo la razón, los niños pueden desarrollar valores internos de conducta o comportamiento y crear su propia conciencia. Antes de dar una larga explicación que puede distraer a los niños, manifiesta la razón en pocas palabras. Por ejemplo: "No muerdas a las personas. Eso les hará daño"; "Si tiras los juguetes de otros niños, ellos se sentirán tristes porque les gustaría jugar aún con ellos".

    7. Sugiere una alternativa. Siempre que apliques un límite al comportamiento de un niño, intenta indicar una alternativa aceptable. Sonará menos negativo y tu hijo se sentirá compensado. De este modo, puedes decir: "ese es mi pintalabios y no es para jugar. Aquí tienes un lápiz y papel para pintar". Otro ejemplo sería decir: "no te puedo dar un caramelo antes de la cena, pero te puedo dar un helado de chocolate después". Al ofrecerle alternativas, le estás enseñando que sus sentimientos y deseos son aceptables. Este es un camino de expresión más correcto.

    8. Firmeza en el cumplimiento. Una regla puntual es esencial para una efectiva puesta en práctica del límite. Una rutina flexible (acostarse a las 8 una noche, a las 8 y media en la próxima, y a las 9 en otra noche) invita a una resistencia y se torna imposible de cumplir. Rutinas y reglas importantes en la familia deberían ser efectivas día tras día, aunque estés cansado o indispuesto. Si das a tu hijo la oportunidad de dar vueltas a sus reglas, ellos seguramente intentarán resistir.

    9. Desaprueba la conducta, no al niño. Deja claro a tus hijos que tu desaprobación está relacionada con su comportamiento y no va directamente hacia ellos. No muestres rechazo hacia los niños. Antes de decir "eres malo", deberíamos decir "eso está mal hecho" (desaprobación de la conducta).

    10. Controla las emociones. Los investigadores señalan que cuando los padres están muy enojados castigan más seriamente y son más propensos a ser verbalmente y/o físicamente abusivos con sus niños. Hay épocas en que necesitamos llevar con más calma la situación y contar hasta diez antes de reaccionar. La disciplina consiste básicamente en enseñar al niño cómo debe comportarse. No se puede enseñar con eficacia si somos extremamente emocionales. Delante de un mal comportamiento, lo mejor es contar un minuto con calma, y después preguntar con tranquilidad, "¿que ha sucedido aquí?". Todos los niños necesitan que sus padres establezcan las guías de consulta para el comportamiento aceptable. Cuanto más expertos nos hacemos en fijar los límites, mayor es la cooperación que recibiremos de nuestros niños y menor la necesidad de aplicar consecuencias desagradables para que se cumplan los límites. El resultado es una atmósfera casera más agradable para los padres y los hijos
    El castigo debe ser empleado para mejorar la conducta del niño
    Los castigos de los padres, mediante violencia física o verbal, son para el niño un modelo de conducta agresiva. Si el niño vive rodeado de este modelo, estará adquiriendo el hábito de responder agresivamente a las situaciones conflictivas.
    Cuando los padres castigan mediante violencia física o verbal se convierten para el niño en modelos de conductas agresivas. Cuando el niño vive rodeado de modelos agresivos, va adquiriendo también comportamientos agresivos.
    ¿Cómo aplicar los castigos a los niños?
    El castigo debe ser utilizado de una manera racional para mejorar la conducta del niño y no debe depender de nuestro estado de ánimo. Hay que controlarse para poder controlar al niño. Evita aplicar un castigo con gritos o con riñas, porque esto indica que nuestro comportamiento es negativo y vengativo, lo que reforzará una conducta no aceptable. Si enseñamos a los niños que, para resolver una situación conflictiva es necesario gritar, no resolveremos problema alguno.
    Predica con el ejemplo
    ¿Porque tenemos que gritarles para decir que no griten? Así no solucionaremos nada. Estaremos caminando en círculo, sin avanzar. Para aplicar un castigo, hay que escuchar al niño e intentar se justo. Antes de aplicar el castigo, el niño debe estar advertido y avisado de una forma firme y definitiva. El tipo de castigo y el modo en que se castiga al niño no debe ser desproporcionado respecto a la acción cometida o la edad para evitar provocar fuertes respuestas emocionales en el niño castigado. Conciliar el castigo con un reforzamiento de las buenas conductas, permitirá que el niño "piense" en su comportarmiento para un futuro y en lo que ha hecho mal para estar castigado. Cuando el niño es mayor, hay que ayudarle a desarrollar sus habilidades de autocontrol, utilizando el castigo dentro de un contexto de modificación de la conducta.
    Berrinches y rabietasQué hacer cuando el niño hace berrinches y no acepta los límites
    "Mi hijo no me hace caso. No se deja vestir. No quiere irse a dormir. Se enfurece cuando le impedimos algo. Hace berrinches. Tiene rabietas. No acepta límites, etc, etc...Ya no sabemos qué hacer", dicen algunos padres. Aunque resulte paradójico, debemos entender la rebeldía, la desobediencia, el negativismo, las rabietas y los berrinches como signos positivos y expresivos de una personalidad en formación. Hemos comentado en otras oportunidades que esta etapa del desarrollo se evidencia alrededor de los 2 años.

    Si un niño a esta edad no da ninguna señal de oposición, es decir, entrega sus juguetes con demasiada facilidad, no se ofende, no protesta ni se defiende cuando le sacan o le niegan algo, hay razones suficientes para preocupar-se. El niño puede que tenga miedo a exponerse. En el mejor de los casos, necesita mantener en secreto sus verdaderos deseos. En el peor de los casos, ya no sabe lo que desea o ya no desea.

    Después de explicar estos aspectos fundamentales para la comprensión del desarrollo de la personalidad en el niño, podemos ocuparnos de las dificultades de los padres durante estas etapas del NO.
    El primer paso para abordar el tema de las rabietas
    Lo primero es reconocer lo complicado que resulta para los padres y/o educadores vérselas con unos niños que, a pesar de la torpeza, la inmadurez y la impulsividad propias de la edad, intentan comunicar su gusto, sus ganas, sus necesidades, su vitalidad, su ritmo, su desacuerdo, como pueden. No se trata de sofocar la expresividad del niño. Tampoco de dejarlo libre en sus impulsos. Cualquiera de estas dos posiciones puede volverse destructivas y llevar a la enfermedad.
    ¿Significa esto que hay que dejar actuar al niño según sus antojos?
    Por supuesto que no. ¿Es posible respetar su individualidad sin dejar de ejercer la autoridad? Por supuesto que sí. Un niño que se siente respetado, respeta; que se siente engañado, miente. Un niño que se siente escuchado, escucha; sabe que hablar vale la pena. Un niño al que se le dan razones verdaderas y válidas, aprende que nadie, no sólo él, puede hacer todo lo que quiere en cualquier momento.
    Una pregunta a modo de ayuda
    ¿Cómo les gustaría ser tratados a ustedes cuando desean muy intensamente algo de lo cual se tienen que privar? Los niños quieren y necesitan saber porqué no pueden hacer lo que les da la gana. Es necesario razonar con ellos y dejarles muy claro qué es lo que se espera de ellos. Los niños también exigen respuestas sinceras.
    Educar en valores. La obediencia Una actitud responsable de colaboración y participación
    La obediencia es una actitud responsable de colaboración y participación, importante para las buenas relaciones, la convivencia y las tareas productivas. La acción de obedecer es aquella en la que se acatan normas, órdenes, reglas y comportamientos. Aunque el aprender a obedecer parece un valor a inculcar solamente a los niños, toda persona puede, y debe, procurar su desarrollo.
    La obediencia no se determina por el afecto que puedas tener hacia la persona que autoriza, manda o pide, se concentra en realizar la tarea o cumplir el encargo que se te encomienda, sin pedir nada a cambio.
    Aprender a ser obediente
    La obediencia forma parte del aprendizaje del control y regulación de la conducta, de la asimilación de las reglas, primero en el plano externo, haciendo las cosas como el adulto le dice para agradarlo, y ganarse su aprobación y elogio; y, posteriormente, si el niño es debidamente estimulado por el adulto, por propio deseo, aprendiendo a controlar su conducta y cumplir las reglas de manera consciente, ya no para agradar a nadie sino por la satisfacción que esto le produzca. El aprender a ser obediente consiste también en que se explique el por qué es necesario que se haga las cosas que se le pidan.
    El niño puede aprender a ser obediente
    - Sabiendo qué es lo que sus padres o profesores quieren
    - Conociendo la satisfacción que su obediencia producirá
    - Sabiendo el por qué y el valor de cada orden
    - Teniendo claras sus obligaciones y deberes
    - Con una enseñanza sistemática de todas sus actividades
    - Teniendo reglas en casa y en la escuela
    - Cuando siente la aprobación de sus padres cuando es obediente
    - Con las experiencias de sus padres
    - Cuando siente que con la desobediencia no consigue lo que quiere
    La terquedad infantil. Niño testarudo
    Niños tercos, testarudos y obstinados
    "¿Por qué mi hijo es tan testarudo?"Esta es una de las preguntas que seguramente hemos oído, compartido o hecho alguna vez los padres sobre sus hijos. ¿Qué podemos hacer para controlar este comportamiento?, ¿se puede cambiar esta conducta? Si partimos de la premisa de que los niños no nacen tercos, sino que se hacen, no cabe duda de que son algunas circunstancias de la educación que reciben lo que les enseñan y les llevan a ser tercos.

    Un niño obstinado, terco o caprichoso, es el que no acepta órdenes, ni sugerencias, peticiones, ni consejos. Es un niño reacio a la obediencia y al cumplimiento de algunas reglas. A todo lo que les piden los padres, su respuesta es siempre negativa y su actitud rígida. De todo desacuerda, y lleva la contraria. Es un niño impulsivo, que intenta conquistar espacio para su propia voluntad.

    La terquedad es la negativa a todo contacto humano mediante un retraimiento hacia sí mismo. Son, por ejemplo, los niños que se ponen "de morros" en un rincón porque no quiere recoger los juguetes, o por qué no quiere comer lo que le ponen a la mesa, o por qué no quiere jugar lo que le proponen. El paso siguiente es la resistencia, es decir, las famosas rabietas.

    La obediencia, como cualquier otro valor, también se aprende en la educación. Si el niño no aprender a tener límites desde la más temprana edad, cuando despierte su conciencia, no aceptará ningún tipo de límite y se convertirá en terco y obstinado. Un ejemplo de ello es la actitud positiva que demuestran algunos padres cuando sus hijos, aún muy pequeños, pegan y golpean a otro. A esta actitud, los padres dicen frases como "este va a saber defenderse solo". Cuando el niño crece y sigue haciendo lo mismo, lo que antes "divertía" a los padres, ahora les preocupa. Entonces el niño se preguntará: "¿por qué esto mismo antes les hacía gracia y ahora me castigan por ello?". Cuando querrán ponerle límites, el niño sentirá que están siendo injustos con él.

    ¿De qué nos hemos equivocado en la educación para que nuestro hijo se haya convertido en un niño terco? Es absolutamente normal que en unos periodos determinados, entre los 3 y 4 años de edad, el niño se muestre terco. A esta edad el niño descubre su "yo" y con él su propia voluntad. El problema es cuando la terquedad persiste e invade otras etapas del niño.
    Algunas sugerencias para controlar y cambiar este comportamiento terco:
    - Los límites es una llamada "al orden" de este impulso. Unos límites claros, aplicados con comprensión y paciencia, son necesarios para encontrar el equilibrio entre padres e hijos.
    - No permitir ni aceptar la terquedad del niño. Si lo permitimos, ella se instalará para siempre en su vida.
    - Diferenciar la terquedad del enfado. Un niño, como cualquier otra persona, tiene el derecho a enfadarse, a no estar "de acuerdo", pero hay que evitar a que eso se transforme en una actitud tozuda y obstinada.
    - Si el niño es terco, que los padres no actúen de la misma forma con él o entre ellos mismos.
    - No utilizar, de ninguna manera o circunstancia, la fuerza o el castigo físico para combatir la terquedad de los niños.
    - Brindar al niño con una educación basada en valores como el respeto, la paciencia, la bondad, la tolerancia, etc. De nada sirve que los padres utilicen la discusión, la autoridad desenfrenada, la humillación y el enfado para educar a sus hijos y luego exigirles lo contrario. Se debe educar con el ejemplo. Los niños necesitan de “espejos positivos” en los que mirarse.
    - Que los padres tengan el mismo grado de exigencia en cuanto a sus hijos.
    La terquedad y la resistencia, bien encauzadas, tienen unos grandes valores. De todo niño sano debe esperarse resistencia cuando él cree que se merman sus derechos naturales. No pongamos límites a todo, pues cortaremos las alas a la imaginación y a la creatividad. La vida pide personas que reclamen y defiendan sus derechos


    Para comenzar a desarrollar un tema tan conflictivo y discutido, podemos buscar la definición de la palabra límite en el diccionario.
    Del latín limes (sendero entre dos campos, frontera)
    • En un terreno, línea o borde que lo delimita: el límite de un campo.
    • Fin, extremo o punto máximo al que puede llegar algo: al límite de las fuerzas; el límite de velocidad; una situación límite.
    Si el límite es la línea que separa o delimita dos cosas, al que nosotros hacemos referencia es al límite entre lo que está bien o mal, de lo permitido o lo prohibido, de lo seguro o peligroso.
    ¿Los límites son congénitos y se obtienen naturalmente?
    ¿O son adquiridos y deben ser enseñados?
    Muchos padres hacen la siguiente asociación:
    Limite __________Prohibir
    Libertad _________Amor
    Cuando en realidad la asociación es:
    Libertad Límite Amor
    Poner límites es un acto de amor , ya que un padre deja de lado su egoísmo, para hacer algo que aunque no le guste, es por el bien de su hijo, y una vez que lo haya aprendido le dará libertad. Por ejemplo: Todos los niños quisieran comer solamente golosinas, lo más fácil para cualquier padre sería complacer a su hijo y compartir el placer que siente al comer golosinas, aún sabiendo que le hace mal ( egoísmo ). O podría explicarle que las golosinas quitan el apetito y producen caries, que solamente puede comerlas ante situaciones especiales, lo cual producirá un gran enojo en el niño, pero con el tiempo aprenderá en que circunstancias podrá comer golosinas, y entonces podrá disfrutarlas sin culpa ( libertad ).
    ¿Los límites son congénitos y se obtienen naturalmente?
    Desgraciadamente no, ya que gran parte de los límites son culturales, sociales, o aparecen como una necesidad ante el desarrollo de la tecnología.
    En ciertos países de Oriente eructar luego de la comida es un gesto de cortesía y de agradecimiento, y los niños serán felicitados por hacerlo. En el resto del mundo a los niños se les enseña que eructar es de mala educación y que deben reprimirlo.
    Hace 30 años ningún automóvil tenía cinturón de seguridad y los niños viajaban sueltos en el auto, o en brazos de la madre en el asiento delantero. Ahora ningún niño debería viajar fuera de su sillita de seguridad.
    Poner límites no es prohibir, sino enseñar.
    Poner límites no es reprimir, sino dar libertad para elegir correctamente.
    Puesta de límites de acuerdo a la edad.
    La capacidad de aprender un límite está íntimamente relacionado al desarrollo de la inteligencia. Los menores de 2 años no tienen la capacidad intelectual de aprender la diferencia entre lo que está bien o está mal, de lo peligroso o seguro, de lo permitido o prohibido. Tratar de enseñarle límites intelectuales a un menor de 2 años es una tarea imposible, ellos tienen una limitada capacidad para aprender algunos pocos límites corporales: si un deambulador de 1 año y medio por accidente se quemó con el hormo porque estaba caminando en la cocina sin supervisión, no se acercará más al hormo por muchos años, pero no porque piense: no me acerco más ahí, porque cuando me quemé me tuvieron que llevar a la guardia, y me tuvieron que hacer curaciones y me dolió un montón y ... (límite intelectual) sino porque cuando vea el horno revivirá toda la situación por la que tuvo que pasar (por lo que yo lo llamo límite corporal).
    Si un día este mismo deambulador se suelta de la mano de la mamá en la calle y está a punto de cruzar por delante de un auto saliendo de un garage, la mamá instintivamente le gritará tan fuerte para que se detenga, que del susto se va a quedar helado, y seguramente no va a volver a soltarse, ni a pasar por delante del garage, sin la compañía de un mayor, por lo menos hasta que sea más grande y comprenda que cosas son seguras. Por supuesto que uno no puede estar gritando por todo, por eso se recomienda que con un menor de dos años en la casa, se debe adaptar el hogar al niño, ya que es imposible adaptar el niño al hogar. Para que un menor de dos años esté solo tiene que haber algún ambiente en la casa, sin cables colgando, sin puntas de mesas o sillas, con todos los enchufes tapados, sin adornos que puedan romperse ni objetos grandes que puedan caerse, en caso contrario, el niño no puede estar nunca sin supervisión.
    Etapa del No, del Negativismo o puesta de límites.
    A partir de los 2 años (entre los 18 y 28 meses) la mayoría de los niños está en condiciones intelectuales de aprender los límites, pero no los conoce (no son congénitos). Cuando un niño está en condiciones de aprender algo, lo pide a gritos, insistentemente. Cuando están en condiciones de comer (entre los 5 y 6 meses) se desesperan si ven a alguien comiendo, cuando están en condiciones de sentarse quieren estar sentados todo el tiempo y es casi imposible acostarlos, aún para cambiar los pañales, cuando están en condiciones de caminar quieren caminar todo el tiempo. Y volviendo al tema, cuando están en condiciones de aprender los límites, los piden permanentemente. ¿Cómo? Tocando, agarrando, moviendo, poniendo, sacando, abriendo, cerrando, tirando, golpeando, arrojando, absolutamente TODO lo que esté a su alcance.
    ¿Porqué? ¿por qué es un tirano, un maldito o un destructor? No, porque necesita que vos le enseñes de todas esas cosas que hace, cuales puede hacer y cuales no, cuales son seguras y cuales son peligrosas. Como son tantas las cosas que tiene que aprender, no le alcanza con que se lo digan una sola vez, cada cosa la va a pedir 100 veces. Y si alguna vez le dijeron que no a algo, y la siguiente vez por cansancio le dijeron que si, entonces va a necesitar 200 veces. Y si a veces la mamá le dice que si y el papá le dice que no, entonces va a necesitar 400 veces.
    Consejos a la hora de poner límites:
    • Los límites deben ser claros, precisos, y fáciles de entender: Extenderse en explicaciones complicadas y largas hace que el límite pierda efectividad: Mi amor, no toques la video casetera porque la compramos cuando el dólar estaba 1 a 1, y luego vino un presidente que voló en helicóptero y después vino otro que dijo que el que depositó dolares se llevaría dolares y ahora no podemos comprarla... ¡¡¡¡Definitivamente este límite no sirvió para nada!!!!!
    • Deben estar de acuerdo en que cosas están permitidas y que cosas no, para no transmitir mensajes contradictorios, que dificultan el aprendizaje.
    • Un niño en etapa de puesta de límites, está sometido a un stress extra, él tiene una pulsión interna para hacer macanas, y no lo hace feliz que los papás todo el día lo reten y estén: no, no, no, no. Entonces debés bajar el nivel de exigencia en las cosas más sencillas y cotidianas. Si en la cena tiró el vaso de agua: colocale un vaso involcable, y que las situaciones conflictivas como la cena, el baño, sean lo más cortas posible.
    • Este es un trabajo para ambos padres: la madre (quien la mayoría de las veces está más tiempo con el hijo) suele verse sobrepasada por la situación, y el padre al volver del trabajo debe tomar las riendas de la situación y sostener todo lo dicho por la madre, y de esta manera convertirla en un referente de autoridad en el hogar.
    • Los límites deben ser sostenidos. “La próxima vez nos vamos” se dice una sola vez, y si vuelve a repetir... se van. Si solamente es una amenaza que no se cumple, entonces la palabra pierde valor, y tu hijo nunca más te hará caso.
    • Las penitencias por no respetar un límite deben poder cumplirse: ¡Si no levantas los lápices no vamos a comer a la casa de la abuela! ¿Porqué? Si los papás quieren ir a comer a la casa de la abuela, ¿Van a dejar de ir porque el hijo no levantó los lápices? O : ¡Si no levantás los lápices nunca más te voy a dejar usarlos! ¿es eso posible? ¿Qué clase de enseñanza es esa? Sería mejor decir: si no levantás los lápices, mañana no ves televisión, y cuando pide la televisión le vas a poder decir: HOY no vas a ver televisión porque ayer no levantaste los lápices como te pedí, y seguramente vas a poder cumplirlo y el va a aprender a hacerte caso
    • Los límites deben ser positivos. No es lo mismo decir: levantá los lápices y después vamos a lo de la abuela que decir levantá los lápices o no vamos a lo de la abuela.
    • Los niños deben recibir mucha contención y demostraciones de afecto y amor. Esta es una etapa muy difícil, donde se juegan un montón de características de personalidad.



      Fecha y hora actual: Vie Abr 26, 2024 11:10 am